sábado, 25 de julio de 2009

EL PATO Y SUS PROPIEDADES


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El pato ha sido un ave que ha estado presente en los mejores banquetes de la historia. En las comidas reales se narra la importancia que tenía para protagonizar los mejores menús. Sobre todo se destaca su versatilidad, porque igual figuraba en unos entrantes con formato de foie y rodeado de mermeladas de distintos sabores, como en su popular y exquisito magret, que bien podía ser acompañado por distintas ensaladas, patatas al horno u otras guarniciones.

Nutritivo y fácil de digerir. El pato es un animal cuya composición y valor nutritivo de su carne es de gran importancia, debido, sobre todo, a su elevado contenido en proteínas. La carne de pato es muy digestible y fácilmente asimilable, por lo que representa un alimento muy recomendable para niños y personas con el estómago delicado.
En cuanto a su contenido graso, éste es menor que el de los animales de abasto, como explica Marta Galdón, nutricionista del Hospital madrileño Ramón y Cajal: «Esta grasa presente en la carne de pato se puede eliminar con facilidad, ya que se concentra en la piel y debajo de ella. De esta manera, si la piel se separa de la carne antes del cocinado, disminuye considerablemente su contenido en lípidos y, por tanto, también su aporte calórico. Esto es muy importante en caso de padecer obesidad o estar siguiendo una dieta de adelgazamiento, ya que se puede emplear carne de pato como sustituto de otras con mayor aporte lipídico».
Además, la carne de pato supone una apreciable fuente de vitaminas, como explica la nutricionista Galdón: «En especial del grupo B como B1, B2 y B6. En cuanto a los minerales, destacan principalmente el hierro, potasio, magnesio, zinc y fósforo. Este aporte de vitaminas y minerales hace de la carne de pato una fuente importante de estos nutrientes, especialmente indicada para las personas ancianas y convalecientes, ya que resulta fácil de masticar y digerir».Puesto que es un alimento graso por naturaleza, es aconsejable acompañarlo de otros más ligeros para equilibrar la dieta, como es el caso de la manzana, ya que se trata de una excelente fruta, bien tolerada por la mayoría de personas y que combina con numerosos alimentos. Ésta contiene pequeñas cantidades de vitaminas como la E (de acción antioxidante) y minerales entre los que destaca el potasio; pero las extraordinarias propiedades dietéticas que se le atribuyen a esta fruta se deben a los elementos fitoquímicos que contiene más que a su contenido en nutrientes.
Eduardo y Margarita frente al plato elaborado por ésta en el Restaurante Chuliá.
De estos relatos destaca el menú que consumía el Infante Felipe en el año 1723, con sólo tres años recién cumplidos: «Sopa con sustancia de ave; guisado con ave del tiempo; una vez por semana, pato; asado con una pieza de ave de cebo; huevos frescos a medio día y noche; un platillo de bollos y barquillos».
Siglos atrás ya los romanos incluían al pato entre sus manjares los días de fastos. Amantes de la buena mesa, y de la comida muy condimentada, elegían con frecuencia al pato entre sus preferencias para sus menús, pero, rara vez, como plato principal: casi siempre figuraba en primer lugar, después de los entremeses, para abrir boca antes de los jabalíes, cerdos o venados a los que eran tan aficionados.

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